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Sadel vuelve al Baralt: una noche donde la memoria cantó en voz alta

La noche del sábado 28 de junio, el telón del Teatro Baralt se abrió no solo para un espectáculo, sino para un reencuentro emocional con la historia musical del país. Alfredo Sadel, el Tenor Favorito de Venezuela, volvió a habitar el escenario marabino a través de las voces, los acordes y la emoción de quienes crecieron admirando su arte y hoy mantienen vivo su legado.

La gala, que llenó cada butaca del recinto centenario, no fue una simple retrospectiva. Fue un acto de amor colectivo. Bajo una dirección artística sobria y elegante, músicos de distintas generaciones se unieron para rendir homenaje a uno de los íconos más emblemáticos del canto lírico venezolano. Y lo hicieron desde la excelencia.

El tenor zuliano Óscar Valencia, discípulo y amigo del propio Sadel, fue uno de los grandes protagonistas de la velada. Con interpretaciones que rozaron la perfección técnica y emotiva, recorrió un repertorio que incluyó piezas como «Será Posible», «Contigo en la distancia» y «El día que me quieras», acompañado magistralmente por el pianista Harold Zavala, quien también ofreció versiones solistas de clásicos como «Natalia», de Antonio Lauro.

El escenario se nutrió además de múltiples colores y matices: la voz de Aliana Albornoz, con su sentida interpretación de «Ansiedad», el deslumbrante talento infantil de Alejandro Fernández, y el cuarteto polifónico Un Secreto a Voces, que ofreció una versión renovada de «Caballo Viejo». A esto se sumó el arte de la Bailaora de América, Andreina Gutiérrez, cuyo despliegue escénico aportó un aire flamenco que conectó con la raíz hispánica del homenajeado.

El público respondió con ovaciones prolongadas, no solo por la calidad del espectáculo, sino por lo que significó como acto de rescate cultural. En una época donde la inmediatez digital suele arrasar con la memoria colectiva, este homenaje se alzó como una defensa de lo auténtico, lo eterno, lo nuestro.

Uno de los momentos más simbólicos de la noche fue la presencia de Alfredo Andrés Sánchez Rodríguez, hijo de Sadel, quien asistió como invitado especial y fue testigo de la develación de una estrella con el nombre de su padre en el Paseo de las Estrellas del Teatro Baralt. Visiblemente emocionado, agradeció el gesto y destacó la importancia de seguir difundiendo la obra de su padre entre las nuevas generaciones.

Este tributo, producido por el propio Teatro Baralt y con entrada libre para todo público, no solo reivindicó el valor de Alfredo Sadel en la historia musical venezolana, sino que permitió que su voz —eterna, vibrante, inconfundible— volviera a sonar en la ciudad donde tantas veces fue celebrada.

Johsué Morales
CNP: 24.302
Fotografías: Johsué Morales/Yailyn Godoy