El Gobierno venezolano, en su informe de finales de 2024 a la Unesco, alega que el 99,97% del área protegida está libre de minería con potencial de impacto ambiental y que los límites de la propiedad no se superponen con los del Arco Minero, considerando un amortiguador suficiente. Sin embargo, esta postura contrasta con las denuncias de ambientalistas y organismos de Naciones Unidas.
A pocos kilómetros del imponente Salto Ángel, en el corazón del Parque Nacional Canaima, un Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco, se esconde una grave amenaza. Imágenes satelitales y reportes de organizaciones ambientales revelan que la minería ilegal y un turismo voraz están poniendo en jaque uno de los sitios más biodiversos del planeta. La Unesco ha instado al Gobierno de Venezuela a tomar medidas urgentes y a permitir la visita de su misión de evaluación.
Las postales idílicas del Salto Ángel, que inundan las redes sociales de turistas, no reflejan la cruda realidad de un ecosistema en riesgo. A principios de julio, durante la última sesión del Comité de Patrimonio de la Unesco en París, la organización World Heritage Watch presentó un informe alarmante sobre el estado de conservación de Canaima. El parque, que forma parte de la lista de patrimonios mundiales desde 1994, podría ser incluido en la lista de sitios en peligro si el Estado venezolano no aborda la proliferación de la minería ilegal y el turismo descontrolado.
La Minería Ilegal: Una Herida Abierta en Canaima
«En el parque hay más de 1500 hectáreas afectadas por la minería que hemos georreferenciado al metro», denuncia la antropóloga social Cristina Burelli, fundadora de la ONG SOS Orinoco. Esta organización, en colaboración con la alemana World Heritage Watch, monitorea la degradación ambiental en Canaima. «El borde suroeste del parque está absolutamente minado», agrega Burelli.
La expansión de la minería, impulsada por la «fiebre del oro» y agravada desde la implementación del Arco Minero del Orinoco en 2016, ha causado un daño significativo. Hace 25 años, esta práctica afectaba solo 122 hectáreas; hoy, la cifra supera las 1.582 hectáreas, lo que representa un crecimiento de más del 1.300%, especialmente en la zona de amortiguamiento (una franja de protección no legal de 10 kilómetros).
El último informe presentado a la Unesco detalla 129 emplazamientos mineros dentro del parque, sin contar las difíciles de detectar balsas de dragado. Se ha detectado una nueva mina particularmente preocupante cerca de Troncal 10, en la Gran Sabana, una zona previamente no afectada. Además, se han reportado 24 nuevas explotaciones mineras adyacentes al límite suroeste, impactando principalmente cursos de agua y pantanos de palma moriche.
El Gobierno venezolano, en su informe de finales de 2024 a la Unesco, alega que el 99,97% del área protegida está libre de minería con potencial de impacto ambiental y que los límites de la propiedad no se superponen con los del Arco Minero, considerando un amortiguador suficiente. Sin embargo, esta postura contrasta con las denuncias de ambientalistas y organismos de Naciones Unidas.
El Turismo sin Control: Una Amenaza Adicional
El turismo creciente en Canaima, que alcanzó los 20.000 visitantes en 2023 según el informe oficial, se ha convertido en otra amenaza. Para SOS Orinoco, este incremento desencadena problemas como la introducción de especies foráneas en un ecosistema milenario como el Escudo Guayanés.
«Canaima fue declarado patrimonio no por el Salto Ángel, sino por ser uno de los sitios más biodiversos del planeta, basado en el concepto de irremplazabilidad de una zona, lo que te da una medida de su singularidad», explica Burelli. El parque es uno de los 10 sitios más irremplazables del planeta, junto con las formaciones tepuyes, caracterizadas por ser «islas biológicas» sumamente delicadas.
La afluencia de turistas, incluyendo eventos de alto perfil como cumpleaños y bodas en la cima de los tepuyes, ha generado preocupación. SOS Orinoco reporta hasta cuatro vuelos semanales a la Laguna de Canaima, que aumentan a tres diarios en temporada alta. La capacidad de alojamiento es de 850 camas, mientras que los operadores turísticos se han multiplicado. Además, helicópteros privados realizan hasta ocho vuelos diarios sobre el Salto Ángel y el Auyantepui, incluyendo aterrizajes en la cumbre, lo que plantea riesgos ecológicos por la introducción de especies invasoras.
El Roraima y la Urgencia de la Unesco
El Roraima es otro punto de preocupación, con hasta 120 personas en su cima en temporadas recientes, un número elevado para un lugar con especies endémicas frágiles. Se ha detectado un hongo responsable de la declinación mundial de los anfibios en sapos que solo viven en este tepuy, posiblemente introducido por los escaladores.
Por ello, la Unesco ha solicitado una estrategia de gestión turística y acciones para prevenir, detectar y responder a la presencia de especies invasoras. El Estado venezolano debe entregar un nuevo informe detallado antes del 1 de febrero de 2026.
Desde 2022, se espera la reprogramación de la Misión de Monitoreo Reactiva de la Unesco y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Esta misión, prevista inicialmente para el 22 de septiembre de ese año, fue suspendida por Venezuela alegando «no condiciones» y subrayando que no evaluaría actividades fuera de la propiedad. La Unesco lamentó en París que la misión no haya sido renovada. La última vez que esta misión evaluó el parque fue en mayo de 1999.
El Regional del Zulia.