La Iglesia celebra esta fiesta, que fue instituida oficialmente por el Papa Clemente X en el siglo XVII, como un homenaje a estos servidores y mensajeros de Dios, atentos a su voz y constantes en la presencia de nuestro Padre celestial.
Cada 2 de octubre, la Iglesia Católica conmemora la fiesta de los Santos Ángeles Custodios, recordando una de las verdades de fe más reconfortantes: la presencia constante de un protector celestial asignado a cada ser humano.
La existencia de estos «seres espirituales, no corporales» es una verdad de fe fundamental, tal como lo enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC 327-328). La palabra «ángel» proviene del griego ángelos y significa «mensajero» o «el que lleva un encargo», describiendo su oficio divino.
Un Protector Desde la Concepción
La Tradición de la Iglesia confirma que Dios no ha querido que el alma humana esté sola. Como sostenía San Basilio (c.330-379), «Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida».
Este ángel custodio tiene la misión específica de acompañar, guiar y velar por el bien y la salud espiritual de la persona desde el momento de la concepción hasta la hora de la muerte. Nunca nos abandona.
Aunque a menudo no seamos conscientes de su presencia, la celebración de hoy es un recordatorio para honrar a estos incansables protectores que cumplen un encargo directo de Dios.
El Testimonio de la Escritura y la Tradición
La Sagrada Escritura da testimonio de la existencia y la misión protectora de los ángeles.
El Salmo 90 afirma: «A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos».
En el Evangelio, Jesús mismo asegura: «Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus Ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial» (Mt. 18,10).
Como lo resumió San Agustín de Hipona (354-430): «El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel».
La Iglesia celebra esta fiesta, que fue instituida oficialmente por el Papa Clemente X en el siglo XVII, como un homenaje a estos servidores y mensajeros de Dios, atentos a su voz y constantes en la presencia de nuestro Padre celestial.
Con Informacion de Aciprensa.