La clave para empezar a tener unas finanzas más sanas no está en ganar más de repente, sino en saber exactamente cuánto ganas (ingresos fijos y variables) y en qué se te va ese dinero (gastos fijos, gastos variables y esos pequeños gastos hormiga).
La mayoría de personas sienten que tener finanzas sanas resulta muy difícil, se enfocan en ver los números y los abruma la solo idea de comenzar. Hoy quiero simplificar esa creencia.
Quiero contarte la historia de Juan, un venezolano como tú y como yo, que lucha todos los meses por pagar sus cuentas y siente que rara vez puede comprar algo que desea. suele exclamar que lo que gana no le alcanza y que su dinero nunca llega a fin de mes.
Un día Juan, cansado de ver sus bolsillos vacíos, decidió que algo debía cambiar, llamó a su amiga María quien, a diferencia de Juan, no se quejaba sobre sus ingresos, pese a que ambos ganaban lo mismo en su trabajo.
«María, necesito tu ayuda», comenzó Juan con un tono de desesperación. «¿Cómo haces para que tu dinero te rinda? Siento que trabajo y trabajo, pero nunca tengo nada».
María, de manera calmada pero directa, le respondió con una pregunta sencilla:
«¿Sabes cuánto te entra al bolsillo cada mes? Hablo de tu sueldo fijo, ese dinero seguro que llega religiosamente, pero también esas “marañitas extras” o cualquier otro trabajito que te caiga por ahí, ¿llevas la cuenta a todo eso?».
Juan frunció el ceño y le dijo: «Bueno, más o menos sé cuánto gano fijo, pero lo otro… a veces sí, a veces no. Depende del mes».
«¡Ajá! Ahí está el detalle», exclamó María con suavidad, pero con firmeza. «Para saber a dónde va tu dinero, primero tienes que saber cuánto entra realmente.
Anota cada bolívar de tu ingreso fijo y no te olvides de tus ingresos variables, por pequeños que sean. ¡Todo suma!».
“Ok, ok”, asintió Juan. “¿Y luego que tenga todo anotado, ¿qué hago con eso?”,
preguntó.
María sonrió, sabiendo que Juan estaba dando sus primeros pasos. «Ahora necesitas saber a dónde se va esa platica. Así como anotaste lo que entra, ahora vamos a anotar lo que sale. Tenemos dos grandes grupos: los gastos fijos y los gastos variables».
«¿Gastos fijos? ¿Qué es eso?», preguntó Juan, un poco confundido.
«Los gastos fijos son las cuentas que tienes que pagar todos los meses, sí o sí. Por ejemplo, el alquiler de tu casa, la mensualidad del internet, si tienes, la cuota del teléfono. Esos pagos de los que no te puedes escapar», le explicó María con claridad.
«Aah, ya entiendo. Como la compra de comida y eso», asintió Juan. «¿Y los egresos variables?».
«Los egresos variables son los que cambian de un mes a otro. Un repuesto si se te daña algo, la ropa, medicinas por si te enfermas… Esos gastos no son siempre iguales, a veces gastas, a veces no», detalló María.
«Mmm, ok. Entonces tengo que anotar también todo eso que gasto en lo que me sale de imprevisto», dijo Juan, empezando a ver la conexión.
«¡Exacto! Y ahí no termina la cosa», continuó María con un tono un poco más serio. «Hay un tercer grupo, unos ladrones silenciosos que a veces no les prestamos atención, pero que al final del mes se llevan una buena parte de nuestro dinero: los gastos hormiga».
«¿Gastos… qué?», preguntó Juan, intrigado.
«¡Hormiga! Esos pequeños gustitos que te das casi sin pensar: el cafecito de la mañana, la empanada de la tarde, esa aplicación que pagas y casi no usas, las chucherías cuando vas al supermercado… Solitos no parecen mucho, pero si los sumas al final del mes, te sorprenderías de cuánto dinero se te va».
“La clave para empezar a tener unas finanzas más sanas no está en ganar más de repente, sino en saber exactamente cuánto ganas (ingresos fijos y variables) y en qué se te va ese dinero (gastos fijos, gastos variables y esos pequeños gastos hormiga). Cuando tienes esa película clara, puedes empezar a tomar decisiones inteligentes», dijo María.
«¿Decisiones como cuáles?», preguntó Juan con curiosidad. «Como darte cuenta de que quizás estás gastando demasiado en cosas innecesarias, los gastos hormiga, no te aportan felicidad real a largo plazo. O ver si tus gastos variables se te están yendo de las manos en cosas que podrías controlar un poco más. Y, por supuesto, tener claro cuáles son tus gastos fijos te ayuda a priorizar y asegurarte de que siempre tengas para lo más importante», le explicó María con paciencia.
En resumen, con esta pequeña historia quiero ayudarte a conocer cinco conceptos que te permitirán tener un mapa de tu dinero. Sin el mapa, andas a ciegas. Con él, puedes empezar a trazar un mejor camino hacia tus metas y dejar de sentir que el dinero se te escapa de las manos. Este es solo el comienzo, pero son pasos gigantes en la dirección correcta. Si quieres conocer más puedes seguirme en mis
redes sociales como @nestorcumare en todas las plataformas.
Néstor Cumare.