El dilema de familias atrapadas por una disputa territorial en un archipiélago del Caribe centroamericano.

Las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina conforman un archipiélago ubicado a unos 480 kilómetros de la costa continental de Colombia y a 180 kilómetros de Nicaragua. San Andrés: “Un sólo pueblo” es un especial de la Voz de América sobre los retos de las personas impactadas por una disputa de larga data entre ambos países por este territorio y el fallo este año sobre la misma en la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
La última década ha sido de las peores en la vida de Silfredo Focks, un residente en la isla caribeña de San Andrés, donde ha subsistido de la pesca artesanal desde hace 40 años.
“Pescamos menos. Allá era donde pescábamos 100 %. Era una buena zona”, dice este pescador mientras se le pierde la mirada en el mar, en dirección a las aguas próximas que pertenecen a Nicaragua.

Focks es miembro de la comunidad raizal de San Andrés, un grupo étnico de unos 40.000 habitantes descendientes de indígenas, europeos y africanos que se asentaron en este archipiélago durante el siglo XVII. Los raizales se han dedicado principalmente a la pesca. Junto a ellos han convivido “los continentales”, como ellos llaman a los que llegaron desde Colombia.
La disputa territorial entre Nicaragua y Colombia sobre el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, ubicado a unos 720 kilómetros del territorio colombiano y a 110 kilómetros de Nicaragua, es de larga data. Un fallo en 2012 de la Corte Internacional de Justicia de la Haya, el organismo internacional encargado de decidir las controversias jurídicas entre los Estados, dirimió una de varias demandas interpuestas por Nicaragua contra Colombia. El fallo ratificó la soberanía de Colombia sobre el territorio, que administraba desde 1803, pero por otro lado fue expandida la delimitación marítima de Nicaragua.
Colombia perdió la soberanía sobre 75.000 kilómetros de mar, dejando a estas islas prácticamente enclavadas en aguas nicaragüenses.

“Antes podíamos ir hasta el Meridiano 82, pero ahora no. La pesca ha cambiado mucho porque hay mucha demanda (…) y donde pescábamos antes, ya no podemos ir más allá. Nos quitan la lancha, nos meten presos”, contó Focks a la Voz de América.
El Meridiano 82 es la frontera marítima que estableció la Corte Internacional de Justicia entre Colombia y Nicaragua en el fallo en el 2012. Antes de esto, cuentan los pescadores de San Andrés que podían navegar con normalidad en un amplio territorio marítimo que Nicaragua reclamó posteriormente. Estas aguas, según los pescadores raizales, poseen gran riqueza marina.
“¡No logramos pescar nada bueno!”, dijo el hombre de 55 años, mientras su bote permanece anclado a poca distancia de la costa.
Nicaragua demandó nuevamente en 2013 para establecer exactamente los límites marítimos, pidiendo extender su plataforma continental más allá de las 200 millas, lo que fue rechazado por la Corte en un fallo el 13 de julio de 2023.
Desde el fallo de este año en La Haya, el Ejército de Nicaragua ha dicho en conferencias de prensa que “interviene” las lanchas que “violan la soberanía del país”.
Managua ha protestado contra Bogotá por la supuesta incursión marítima de lancheros en aguas nicaragüenses, pero también por militares colombianos en aguas limítrofes.
Los raizales dicen que no fueron tomados en cuenta en el fallo, los ancestrales nexos entre las comunidades vecinas de los dos países, a quienes los unen lazos familiares y culturales.

“Si ahora vamos a aguas nicaragüenses, el Ejército de ese país nos quita las lanchas. En una ocasión me lanzaron tiros, pero no me alcanzaron, yo agarré ventaja, si no, me hubiesen quitado la lancha”, cuenta Focks.
De acuerdo con las normas actuales, para que un pescador colombiano pueda navegar en aguas nicaragüenses tendría que solicitar los permisos correspondientes a las autoridades. Los pescadores nicaragüenses tampoco pueden navegar en aguas colombianas.
“[Se perdieron grandes] bancos de peces (…) Ahora tenemos un pequeño territorio para pescar”, lamenta Focks, que conecta esta idea con que “hay una sobrepoblación en la isla”.
“Un mismo pueblo separado políticamente”
Familias atrapadas entre uno y otro lado de la larga disputa territorial son un recordatorio de la conexión de los raizales con el Caribe de Nicaragua. Históricamente el archipiélago fue visto como parte de la misma área de la costa caribe de Nicaragua, conocida como Mosquitia o la Costa de Mosquitos, explicó a la Voz de América el historiador local Samuel Robinson Davis.
“Nosotros estamos en Centroamérica, y Colombia está en Sudamérica. Tenemos una cultura completamente distinta que, por ejemplo, una persona de Bogotá. Nosotros hablamos aquí tres lenguas: español, inglés y creole”, explicó Davis.
El diferendo “es prácticamente político”, dijo, y para demostrarlo enumera lo que los une desde el punto de vista cultural.

“Casi todos tenemos familia en la costa de la Mosquitia. Es la misma familia, la misma costumbre, la misma gastronomía. Ellos hablan también creole como nosotros, hablan inglés como nosotros y hablan español también (…) Es un mismo pueblo separado políticamente”, agregó el historiador.
Davis sostiene que los raizales fueron excluidos a la hora de resolver los litigios y no fueron tomados en cuenta. Ahora ha llegado la hora a ambos gobiernos para “sentarse a resolver esta situación”, dijo.
“Nosotros somos una nación dentro del Estado colombiano. Este diferendo perjudica más a los raizales del archipiélago que a un habitante del continente colombiano”, recalcó el historiador.
De acuerdo con datos de la Oficina de Control, Circulación y Residencia (OCCRE), en San Andrés viven entre 150 y 300 nicaragüenses, que se mezclan en la vida cotidiana con los raizales, para dar vida a diálogos donde confluyen el español, el inglés y el creole, una lengua que combina distintas lenguas de origen africano con el francés.
Voa America.