La vida de San Juan Bautista nos enseña que la oración no es un tiempo perdido, sino la fuente de la fuerza necesaria para vivir de manera feliz y serena, superar las dificultades y dar un testimonio valiente de nuestra fe.
La Iglesia Católica conmemora hoy el Martirio de San Juan Bautista, el profeta que, como precursor de Jesucristo, fue llamado a preparar el camino del Señor. San Juan, primo de Jesús, es venerado por haber denunciado las conductas que ofendían a Dios y por su fidelidad a la verdad, que lo llevó a la muerte.
La veneración a San Juan Bautista es una de las más antiguas, ya que se le celebra tanto el día de su nacimiento (24 de junio) como el de su martirio, ocurrido un 29 de agosto.
El Relato del Martirio
El Evangelio de San Marcos relata que Herodes mandó a apresar a Juan Bautista por haberle dicho que no le era lícito vivir con Herodías, la esposa de su hermano. Herodías, en venganza, buscó la muerte de Juan, pero Herodes, que lo consideraba un hombre santo, lo protegía. Sin embargo, en un banquete de cumpleaños, la hija de Herodías bailó tan bien que Herodes le prometió concederle cualquier deseo. A sugerencia de su madre, la joven pidió la cabeza de Juan Bautista, y Herodes, para no quedar mal ante sus invitados, cumplió la terrible petición.
Un Mártir de la Fidelidad
El Papa Benedicto XVI, en una audiencia de 2012, destacó que el martirio de San Juan Bautista nos recuerda que «no se puede descender a negociar con el amor a Cristo, a su Palabra, a la Verdad». El pontífice afirmó que la vida cristiana exige el «martirio de la fidelidad cotidiana al Evangelio», y que esto solo es posible si se tiene una «vida de oración fiel, constante y confiada».
La vida de San Juan Bautista nos enseña que la oración no es un tiempo perdido, sino la fuente de la fuerza necesaria para vivir de manera feliz y serena, superar las dificultades y dar un testimonio valiente de nuestra fe.
Con Información de Aciprensa.
