Richard Grenell, enviado especial de la Casa Blanca, ha estado manejando negociaciones con el gobierno chavista en Venezuela sin el conocimiento del presidente Donald Trump. Esta situación, revelada por un reporte de The New York Post, está generando tensiones y cuestionamientos sobre la lealtad de Grenell dentro de la administración estadounidense.
Grenell, quien ya había causado controversia por su intervención en el caso de los hermanos Andrew y Tristan Tate, es ahora blanco de críticas por sus acciones presuntamente no autorizadas en asuntos diplomáticos sensibles.
Acuerdos opacos y falta de comunicación
Según altos funcionarios de la administración consultados por The Post, el mes pasado Grenell habría mencionado brevemente a Trump un acuerdo con Nicolás Maduro para la devolución de un detenido estadounidense. Sin embargo, dejó a funcionarios clave de la Casa Blanca y del Departamento de Estado «sin ninguna pista de sus tratos con el exterior».
Caroline Wren, lobbista de Tactic Global y colaboradora de Grenell en relaciones públicas, afirmó a The Post que «el Departamento de Estado fue dejado intencionalmente en la oscuridad, al igual que Rubio», añadiendo que «no es trabajo de Ric asegurarse de que el Estado lo sepa». Wren no ofreció más detalles sobre por qué el departamento fue excluido.
Fuentes indican que Grenell había solicitado a Maduro la liberación del veterano de la Fuerza Aérea Joe St. Clair como una señal de la disposición de Maduro a trabajar con la administración Trump. A cambio, Grenell habría sugerido a Maduro que Trump extendería la licencia de Chevron para importar petróleo venezolano. Esta propuesta, sin embargo, fue una sorpresa para la administración, que ha apoyado consistentemente la decisión del presidente de que la licencia expirara el 27 de mayo.
Intereses en juego y preocupaciones por seguridad
Algunas figuras influyentes de la derecha, como la activista Laura Loomer y cercanos colaboradores de Grenell (incluida Wren), han expresado que la licencia de Chevron debería extenderse para evitar que China monopolice el mercado petrolero venezolano.
Cuando The Post contactó a Grenell el 15 de mayo para preguntarle sobre estas conversaciones con el chavismo y la extensión de la licencia de Chevron, Grenell instruyó a otro cabildero, el ex representante Aaron Schock, para que se comunicara con un periodista e impulsara el tema de China. Schock, quien según Wren también ayuda a Grenell con relaciones públicas, asesora al magnate petrolero de Florida, Harry Sargeant, cuya licencia para operar su empresa comercializadora de petróleo en Venezuela fue cancelada por la política anti-Maduro de Trump. Sargeant, sin embargo, negó que Schock o Grenell estuvieran abogando en su nombre.
Fuentes policiales han expresado preocupación de que el acuerdo de Grenell con Maduro para devolver a un solo detenido podría incentivar a funcionarios del régimen a ordenar al Tren de Aragua secuestrar a más estadounidenses para usarlos como moneda de cambio para reducir las sanciones estadounidenses. El FBI ha señalado que Maduro controla a esta organización criminal.
El mismo día que expiró la licencia petrolera de Chevron, el Departamento de Estado emitió una severa advertencia de viaje a los estadounidenses, instándolos a no visitar Venezuela debido al riesgo de detención injusta, tortura, secuestro y crimen.
Este reporte plantea serias interrogantes sobre la coherencia de la política exterior estadounidense hacia Venezuela y los canales de comunicación dentro de la propia administración.
La Patilla-RZ.