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Ataque de Estados Unidos a Irán: Persisten dudas sobre el verdadero impacto en el programa nuclear

Diversos expertos plantean dudas significativas sobre la situación actual del programa nuclear de Teherán tras la Operación Martillo de Medianoche.

La Operación Martillo de Medianoche, lanzada en la madrugada de este domingo por la administración de Donald Trump contra Irán, tuvo como objetivo declarado destruir las principales instalaciones nucleares del país para impedir el desarrollo de una bomba atómica. «Fordo está destruido», proclamó el presidente Trump en su primer mensaje tras lo que calificó de «muy exitoso ataque» contra esa planta subterránea, así como las de Natanz e Isfahán.

Para el ataque a Fordo y Natanz, Estados Unidos empleó las bombas GBU-57 Penetrator, diseñadas para atravesar decenas de metros de roca y lanzadas desde aviones B-2. El secretario de Estado, Marco Rubio, enfatizó que la misión tenía propósitos muy precisos: «Esto no era un movimiento para un cambio de régimen. Esto estaba diseñado para degradar y/o destruir tres sitios nucleares relacionados con sus ambiciones de contar con armamento nuclear». Rubio explicó que Irán ya disponía de uranio enriquecido al 60%, lo que los colocaba «a un paso» de una bomba atómica, que requiere una pureza del 90%. Según Rubio, el objetivo de la operación se completó de forma «devastadora».

En la misma línea, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseveró en una conferencia de prensa en el Pentágono: «Devastamos el programa nuclear iraní».

¿Dónde está el uranio? Las dudas sobre el verdadero daño

Sin embargo, a pesar de las contundentes declaraciones, no está claro hasta qué punto el ataque de este fin de semana ha logrado acabar con la capacidad iraní de desarrollar un arma nuclear. El vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, señaló: «No quiero entrar en detalles de inteligencia sensibles, pero sabemos que anoche retrasamos considerablemente el programa nuclear iraní, ya sea años o incluso más». Aseguró a la NBC que «pasarán muchos, muchos años antes de que los iraníes sean capaces de desarrollar un arma nuclear».

No obstante, diversos expertos plantean dudas significativas sobre la situación actual del programa nuclear de Teherán tras la Operación Martillo de Medianoche. Richard Nephew, exnegociador con Irán durante los gobiernos de Biden y Obama, indicó en una entrevista con el diario ‘Wall Street Journal’: «Podemos suponer razonablemente que las centrifugadoras en Fordo y Natanz fueron destruidas, pero aún no sabemos si se trata de todas las centrifugadoras. Y desconocemos qué pudieron haber extraído antes del ataque, especialmente las reservas de uranio enriquecido de Irán».

Según ‘The New York Times’, hay crecientes evidencias de que, ante las amenazas de acciones militares de Trump, los iraníes habrían retirado unos 400 kilos de uranio enriquecido al 60%, una cantidad que cabe en los maleteros de diez coches. El experto nuclear Francisco Tarín, consultado por ABC, afirmó que con ese porcentaje de enriquecimiento, «Irán no tardaría más de un mes o dos en alcanzar el ‘bomb grade’ (grado de bomba)», situado en el 90%. Aunque, matiza, después de alcanzar este punto, todavía deberían convertirlo en metal y miniaturizarlo para poder montar la ojiva, un proceso que Tarín estima que no les demoraría «más de un año».

Daños en Fordo y el rol del OIEA

Las imágenes satelitales publicadas tras el ataque muestran grandes cráteres en el sitio de Fordo. Estrategas militares estadounidenses e israelíes consideran que ha sufrido graves daños, aunque no ha quedado completamente destruido.

El director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, aseguró que se cree que la instalación ha sufrido un daño «muy significativo», dada la carga explosiva utilizada y «lo extremadamente sensible a las vibraciones» que son las centrifugadoras. No obstante, en este momento «nadie, incluida la OIEA, está en posición de valorar completamente los daños bajo tierra de Fordo», por lo que Grossi ha solicitado acceso a esas instalaciones por parte de los inspectores de la entidad que dirige.

Funcionarios israelíes con conocimiento de inteligencia indican que Irán habría trasladado equipo y uranio de Fordo en los últimos días, según ‘The New York Times’. Además, antes del ataque, imágenes satelitales mostraban 16 camiones junto a la entrada de los túneles que conducen a la montaña de Fordo, lo que podría haber servido para preparar la instalación para el bombardeo, según un análisis de Open Source Centre de Londres. Sin embargo, no está claro si se llegó a retirar parte de la maquinaria, dado que las enormes centrifugadoras están conectadas por tuberías y atornilladas al suelo.

Ese uranio enriquecido también se había almacenado en el complejo de Isfahán y, según ‘The New York Times’, el propio director del OIEA señaló en un mensaje de texto que el combustible había sido visto por última vez por sus equipos de inspectores una semana antes de que Israel comenzara a atacar a Irán el pasado 13 de junio. En una entrevista con CNN, Grossi indicó que «Irán no ha ocultado que ha protegido este material» y, al ser preguntado si se refería a que las reservas de combustible se habían trasladado, respondió «sí», informa ‘The New York Times’. Si esto fuera así, Isfahán no sería el único lugar donde los responsables del programa nuclear iraní estarían tratando de trasladar equipos y materiales fuera de la vista y reforzar la planta de Fordo para proteger lo que debía permanecer.

Irán ha sido un caso paradigmático para los inspectores del OIEA. El experto nuclear Tarín explica que los inspectores suelen acceder a investigar únicamente «en las instalaciones pacíficas» de los países adscritos al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). No obstante, lograron detectar ese uranio enriquecido al 60% en las instalaciones de la república islámica.

Mick Mulroy, antiguo funcionario del Pentágono en el primer mandato de Trump y exmiembro de la CIA, concluye: «Con el tipo y la cantidad de munición empleada, es probable que se frene el programa nuclear iraní entre dos y cinco años».

Estados Unidos e Israel han fijado las centrifugadoras como objetivo militar, dado que «si se paran y las tienen que arrancar de nuevo, ahí es cuando se pueden romper», explica Tarín. Otra opción que el experto nuclear valora es que «si le atacas el suministro eléctrico, como aparentemente hicieron, es posible que se rompan. Aunque lograran repararlas, sigues retrasando su programa».

La Patilla-RZ.